Humanidad obsoleta

09/09/2017

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¿Cada cuánto tiempo sueles cambiar de teléfono móvil o electrodoméstico? ¿Cuál es el motivo? Normalmente las respuestas a estas preguntas tienen algo en común, alguna pieza es la culpable y suele ser difícil encontrar un recambio o directamente no merece la pena.

Bienvenido a la obsolescencia programada, es la teoría que sostiene que la industria manipula sus productos para que duren un determinado tiempo o para que ciertas piezas fallen a los “x” usos. Aunque la tecnología haya avanzado, los productos de consumo duran cada vez menos, no es como antaño, por ejemplo, una TV de Philips solía durar 15 años o 25 años un coche Renault 18.

Una de las anécdotas sobre obsolescencia programada que ha llamado más la atención es el caso de las impresoras Epson. Según cuenta la leyenda algunas impresoras tienen incluido un chip que hace bloquea la impresión una vez alcanzado cierto números de copias. La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) se hizo eco de este rumor y decidió investigar algunas impresoras pero no encontró evidencias de este problema, queda abierta la cuestión… Otros ejemplos más reales de obsolescencia programada son las continuas actualizaciones de libros de texto académicos o teléfonos móviles.

Quizás este último es el caso con el que más estamos familiarizados. Se calcula que de media nos gastamos entre 300 y 900 euros en un teléfono móvil, normalmente suele ser un smartphone. Este artilugio indispensable en nuestra vida cotidiana no tiene una vida útil de más de 4 años siendo optimistas. Pues bien, Apple y Google lideran el mercado de los sistemas operativos de los Smartphones (teléfono inteligente) con un 90% del total. Teniendo, respectivamente, a sus espaldas 8 y 11 actualizaciones de sus sistemas operativos. Cuando se llevan a cabo estas actualizaciones no todos los smartphones tiene la capacidad de actualizarse, y a consecuencia, no pueden renovar sus sistemas operativos, quedando obsoletos en una caja de cartón en el fondo del armario de la terraza. Este no es el único problema, el diseño del terminal es un talón de aquiles para muchos consumidores que deben estar siempre a la moda tecnológica.

Desde el Parlamento Europeo se quiere acabar con esta práctica promoviendo que las empresas hagan productos que sean más duraderos y así evitar el círculo vicioso de una sociedad despilfarradora, “compro y tiro”. Aunque las grandes empresas no se lo van a poner nada fácil, ya que provocaría menos ingresos y es que un producto que no se desgasta es algo terrorífico para la cuenta de resultados.

Pero la obsolescencia programada no solo afecta a nuestro bolsillo, sino también al medio ambiente generando graves consecuencias. Países como Ghana, al oeste de África, recibe periódicamente contenedores de basura electrónica para comercializarse en el mercado de segunda mano. Los productos que no se han podido vender son arrojados a su suerte ocupando espacios naturales.

El Parlamento Europeo quiere aumentar el reciclado y promover la reparación en las empresas de marcas electrónicas e informáticas. Permitiendo que en sus productos se puedan extraer piezas de manera más sencilla, sin posibilidad de roturas y poder reemplazarlas por otras nuevas sin mucha dificultad, por ejemplo, las baterías de móviles. Además de que los usuarios puedan reparar su teléfono móvil o electrodoméstico en un tienda no oficial.

Y es que la verdad muchos consumidores prefieren comprar más barato aunque la vida útil sea más corta. Muchos se sienten tentados a estar actualizados a la moda y por precios muy económicos. Otro plan que está en marcha es la creación de una etiqueta específica para aquellos productos que sean fáciles de reparar. Y es que según una encuesta realizada por la Unión Europea tres de cuatro consumidores prefieren reparar sus enseres antes que comprar uno nuevo, siempre y cuando salga más barato, claro. Las empresas también saldrán favorecidas de este plan ya que se les asignarán beneficios fiscales.

Este problema no sólo se plantea en Europa, sino también en EEUU. Varios estados están analizando poner en marcha una serie de leyes para proteger a los consumidores. Un ejemplo de lo que está ocurriendo es que muchos agricultores se están quejando de los problemas que están encontrando a la hora de reparar sus tractores de última generación debido al software que está instalado en estos. Una vez que se produce este fallo, el programa obliga a realizar el cambio de piezas en ciertos talleres ubicados a varias horas de las granjas.

En conclusión, no resulta una tarea fácil luchar contra las empresas que incentivan la obsolescencia programada. A decir verdad, es difícil no sucumbir a la tentación y dar la espalda a los constantes avances tecnológicos que nos ayudan, en ocasiones, a llevar una vida más fácil. Quizás una posible solución a todo este embrollo es que se reutilicen y se reciclen las materias primas “outlet”, así como centrar la investigación en la creación de productos 100% reutilizables. También es muy importante que nosotros como consumidores seamos conscientes del proceso en el que estamos participando y conozcamos las vías de reciclaje que están a nuestro alcance.

Casilda Nogales Solórzano

Imagen: de un vídeo de Steve Cutts sobre la obsolescencia programada.

Y además: un estupendo vídeo de Steve Cutts sobre la obsolescencia programada

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