Apenas descubierto, ya está amenazado
05/04/2017
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“Committed to better energy” (comprometidos con mejor energía), seguramente habéis visto este slogan en las publicidades del gigante petrolero Total. Sin embargo, la empresa francesa y su competidor británico BP son en el centro de una polémica sobre la construcción de pozos de perforación petrolífera en Brasil.
La zona concernida está en la desembocadura del río más largo de América del sur y el más caudaloso del mundo: el río Amazonas. Las perforaciones pondrían en peligro una área de biodiversidad excepcional: el arrecife del Amazonas, un ecosistema único descubierto en 2016 al norte de las costas brasileñas, donde el río y el océano Atlántico se encuentran. Menos del 5% del arrecife ha sido estudiado y las primeras fotos fueron reveladas recientemente por Greenpeace después de una expedición con científicos brasileños.
Total está intentando defender sus acciones asegurando que el ecosistema no está en la zona donde va a realizar sus actividades y que la perforación más cercana está a 28 kilómetros del arrecife coralino. Sin embargo, no se deben descuidar los riesgos de fugas y de mareas negras. Además, las corrientes de agua están interconectadas y la contaminación de alguna corriente puede propagarse y afectar a otra zonas así como las poblaciones que dependen de él.
Podemos dar el ejemplo del accidente de la plataforma Deepwater Horizon que provocó una marea negra importante en el golfo de México hace 7 años. Ciertamente, las consecuencias fueron más económicas (multas, costos de limpieza), pero esta contaminación afectó seriamente la fauna de esta zona. En relación con el entorno social, un derrame de petróleo puede impedir la pesca (los peces y los crustáceos no son aptos para el consumo); los pescadores se encuentran sin fuente de ingresos y las poblaciones que dependen de esta actividad, sin comida. El paisaje también es dañado lo que puede reducir el turismo.
Ecuador es también un otro ejemplo del impacto ecológico de las compañías petroleras. Las consecuencias de la presencia del gigante petrolero americano Texaco-Chevron se pueden ver en la Amazonia.
Para sensibilizar las poblaciones, militantes de la organización Greenpeace vertieron 3.000 litros de melaza, simbólico de una marea negra, ante la sede de Total, en el barrio de La Défense, cerca de París el 27 de marzo pasado. No fue la única acción, el primero de abril de 2017, militantes invadieron lugares turísticos de diferentes ciudades francesas con el fin de mostrar a las poblaciones lo que las compañías petroleras van a hacer en Brasil. El mensaje de quisieron dar era el de saber cómo los habitantes iban a reaccionar si Total venía a hacer la mismas actividades en su medio ambiente.
La organización internacional también ha puesto en línea una petición llamada “Sauvons le récif de l’Amazone” (Salvemos el arrecife del Amazonas) que ha recogido más de 900.000 firmas. Greenpeace pide que Total abandone su idea de construcción de perforaciones y que el gobierno brasileño firme una suspensión para proteger la región.
Fatima Ouedraogo