Ciudades que cuidan del campo

Ciudades que cuidan del campo

Ciudades que cuidan del campo es una de las investigaciones del proyecto DARVIDAS de la Fundación Vida Sostenible financiada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Campo y ciudad, medio rural frente a medio urbano. La disputa es consustancial a esta dualidad: El campo es verde, la ciudad gris, la vida en el campo es idílica, la vida en la ciudad es práctica. Estos dilemas son intrínsecos a una conversación donde se comparen ambos medios y estilos de vida. Aquí intentamos contarte los temas sobre los que investigamos en la relación de campo y ciudad.

RURAL FRENTE AL URBANO

Como muy bien sabemos la relación del mundo de la ciudad con el mundo del campo es desequilibrada. Hoy día vive más gente en el medio urbano que en el medio rural. Esto ocurre desde hace apenas un siglo en la larga historia de la humanidad. Las transacciones comerciales y el intercambio de servicio  entre ciudad y campo son injustas. 

Podemos decir que la ciudad domina al campo en el sentido de que la gran distribución y la compra urbana de alimentos controla la cadena de suministro. La producción es el elemento peor remunerado de la cadena.

La disputa es consustancial a esta dualidad: El campo es verde, la ciudad gris, la vida en el campo es idílica, la vida en la ciudad es práctica. Estos dilemas son intrínsecos a una conversación donde se comparen ambos medios y estilos de vida. 

Podemos decir que la ciudad domina al campo en el sentido de que la gran distribución y la compra urbana de alimentos controla la cadena de suministro. La producción es el elemento peor remunerado de la cadena. Sin embargo, sin fuentes de suministro  de alimentos, no sería posible la vida urbana.

Aquí intentamos abrir un diálogo (no violento) que pueda conducir al entendimiento mutuo. Seguir leyendo…

COCINAR NOS HUMANIZA

Esta idea llena de fundamento científico hace referencia a los primeros momentos en los que se recurrió a distintas técnicas para hacer digeribles o conservar alimentos. Desde el origen del lenguaje hasta los fundamentos de la convivencia humana han sido atribuidos al surgimiento de la cocina.

En torno al fuego hipnótico, enriquecido con cuentos y narraciones, se cocinó postergando el momento de la comida en favor de su calidad.

De toda esta historia que antecede a la comida hoy día podemos colegir interesantes conclusiones aplicables en nuestra vida cotidiana. Originalmente los alimentos eran obtenidos directamente por quienes los iban a consumir, ahora es mediante el comercio, a veces en largas distancias; su preparación se realizaba conforme a protocolos y recetas transmitidas con ciertas formas ritualizadas. Hoy la gastronomía se divide en formatos  elaborados con «Chefs», restaurantes de culto, y alimentos sublimes frente a ultraprocesados industriales de origen  incierto y preparación inescrutable.

Nuestra elección, probablemente la tuya también, es un camino en el que se respete toda la riqueza de la cultura y el proceso de creación de la comida y al mismo tiempo podamos alimentarnos disfrutando del placer del gusto, del respeto a las personas que tiene la responsabilidad de producir los alimentos y cuidando de la naturaleza (suelo, agua, biodiversidad) que los hace posibles.  Bueno, justo y limpio el lema ya clásico del movimiento Slow Food que rinde culto a la buena comida.

 Nuestro objetivo en FVS es explorar la conexión entre la necesidad biológica de alimentarse y toda la esfera de sensaciones y valores que enriquecen nuestra vida. No nos vale comer cualquier cosa, queremos hacerlo con la máxima conciencia y disfrute. Cada vez que comemos estamos entablando una relación, estamos comunicando con alguien en algún lugar que se ocupa de cultivar y cuidar de nuestro alimento. En palabras simples estamos trabajando en la  reconexión del mundo urbano con el mundo rural.

ELEGIR CON CONOCIMIENTO Y SATISFACCIÓN

La elección, las preferencias de ciertos alimentos, las comidas más ricas, la gastronomía… el desarrollo del gusto y de la comida cotidiana es un complejo proceso social en interacción con lo que brinda la naturaleza y la capacidad de las economías domésticas en cada lugar.  Sin embargo, este afinado sistema ancestral para proveerse del alimento se ha difuminado extraordinariamente con la industrialización y globalización de la alimentación. Preguntas como ¿Quién lo produjo? ¿Dónde? ¿Cómo? Han perdido su sentido en un mercado anónimo globalizado; alimentos de ninguna parte, donde el origen permanece enmascarado, en contradicción con el hecho de que todos los alimentos proceden de algún lugar. En efecto, entre los motivos que han dado lugar al actual modelo agroalimentario perjudicial para el medio ambiente y para la salud de las personas destacamos la desconexión entre los lugares y modelos productivos y los consumidores finales.  

Aquí entendemos que el camino que reconecta las necesidades del mundo rural con el urbano debe ser un gratificante proceso que vaya desde el disfrute de una comida buena hasta la satisfacción de contribuir a la transición hacia una vida buena para las generaciones presentes y las que vendrán. 

 

SOMOS LO QUE COMEMOS

¿Comemos como zombis?

Esta expresión común contiene una sabia reflexión sobre la forma de comer.

En un ingenioso y divertido libro  «Monstruoso. La ciencia que hay detrás de tus monstruos favoritos» Carlyn Beccia analiza, conforme  al conocimiento  científico, lo que es posible y no de los diferentes monstruos que iluminan la imaginación infantil. En un capítulo se pregunta por la comida de los zombis.  Seguir leyendo

 

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