Tú y el litio
29/10/2024
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Durante décadas, se ha repetido una y otra vez que la energía debía ser abundante y barata. Eso difícilmente se puede discutir, pero el modelo 1:1 (sustituir cada kilogramo de petróleo quemado por su equivalente en kWh renovables, cada coche de motor de explosión por su equivalente eléctrico, etc.) es probablemente insostenible, y seguramente va a causar muchos problemas. ¿Se puede llegar en un plazo razonable a un modelo, por ejemplo, 1:½?
Hay señales positivas en el ecosistema doméstico. La fase de controlar el consumo fósil está funcionando, al menos en la climatización. Los datos muestran una reducción paulatina del consumo de energía en los hogares. Esto se está consiguiendo tanto por controlar y sujetar el consumo como por una serie de tecnologías sustitutas diferentes y mucho más eficientes. Es un proceso general por el cual las tecnologías de control (termostatos, repartidores de costes, etc.) están dando paso a tecnologías de sustitución (iluminación LED, bombas de calor, etc.).
También hay señales no tan optimistas. El coche en concreto plantea un problema especial. Sustituir una masa de vehículos de 30 millones de toneladas movidas a base de petróleo por una masa de vehículos de 30 millones de toneladas movidas a base de electricidad renovable es un objetivo impresionante, y realmente difícil. Tal vez reducir el peso total de esta masa móvil ayudaría, por ejemplo, a la mitad o incluso a un tercio. Aquí viene en nuestra ayuda el fenómeno urbano. El coche seguirá siendo necesario lejos de los centros urbanos, en pueblos y núcleos con poco o ningún transporte público ni compartido. Pero en la ciudad se está convirtiendo en un estorbo cada vez mayor.
Todas estas políticas de energía sostenible no funcionan en el vacío, necesitan tiempo y espacio. Un ejemplo es la polémica mina de litio situada a un tiro de piedra de la ciudad de Cáceres. El objetivo de la empresa minera (Infinite Lithium, con sede en Subiaco, Australia Occidental y Cáceres, Extremadura) es obtener varios miles de toneladas de hidróxido y carbonato de litio, materia prima fundamental de las baterías que alimentan de energía a los coches eléctricos.
La mina está a un tiro de piedra de la ciudad de Cáceres, a sólo 2 km de su extraordinario casco antiguo. La maquinaria de las declaraciones de impacto ambiental, permisos, proyectos, concesiones y alegaciones se ha puesto a funcionar, y se está reuniendo una gran masa de información.
La oposición a la mina alega que está demasiado cerca de la ciudad y que la explotación será demasiado grande y tendrá un gran impacto negativo, especialmente sobre la calidad del agua de los acuíferos de la zona. La empresa alega que la explotación de la mina se hará exclusivamente bajo tierra, y que un avanzado sistema de extracción y procesado de mineral reducirá el impacto sobre el medio ambiente casi a cero.
El gobierno municipal y el autonómico están en general a favor, lo que resulta lógico teniendo en cuenta las promesas de creación de puestos de trabajo y de implantación de tecnologías de punta en la región. Tanto el gobierno español como la UE están embarcados en planes ambiciosos de transición energética y electrificación de la movilidad, que valoran sobremanera disponer de un abastecimiento de litio bajo control directo.
Igual que es necesario empezar a dejar el carbón y el petróleo bajo tierra, ¿se puede plantear dejar (parte al menos) del litio bajo tierra, sin tocar?, ¿o simplemente importarlo de lejanos países con menos restricciones?
La pregunta se puede plantear de una manera algo diferente: ¿es posible plantear un modelo energético y de movilidad ultraligero? Implicaría pasar de muchos millones de coches muy pesados, que necesitarían montañas de litio para sus baterías, a un parque mucho más reducido, en el que tenga mucha importancia los vehículos compartidos, y que estos vehículos no pesen toneladas, sino unos pocos cientos de kilos. Reducir la demanda de litio de ilimitada a asumible ayudaría a evitar conflictos ambientales como el Cáceres y la mina de la sierra de Valdeflores.
En general, un modelo de consumo de energía de tipo “pasar de uno a la mitad” ayudaría a evitar desastres, como el arranque de olivos centenarios para instalar parques fotovoltaicos. En realidad se trata de reducir a la mitad el consumo de energía en general, pero aumentando el consumo de energía en los hogares que lo necesitan, por ejemplo que no pueden mantener la casa caliente en invierno.
Más allá del simple ahorro de energía, los hogares en transición ecológica plantean qué puede hacer la ciudadanía para enfrentar un conflicto creciente entre la sostenibilidad rígida, que pretende trasladar todo nuestro sistema energético tal cual al mundo renovable, y la sostenibilidad flexible, que reconoce que tendríamos que hacer cambios importantes en nuestro socio-ecosistema, empezando por plantear una transición justa. El ecosistema doméstico tiene mucho que decir al respecto.
Jesús Alonso Millán
Ilustración: Wikimedia Creative Commons