Campo y ciudad, medio rural frente a medio urbano

13/11/2024

Tiempo de lectura: 6 minutos

La disputa es consustancial a esta dualidad: el campo es verde, la ciudad gris, la vida en el campo es idílica, la vida en la ciudad es práctica. Estos dilemas son intrínsecos a una conversación donde se comparen ambos medios y estilos de vida. Aquí intentamos abrir un diálogo (no violento) que pueda conducir al entendimiento mutuo.

Crecimiento en el siglo XX concentrado en las ciudades

Una pequeña parte de la población habita un extenso territorio rural mientras que la mayor parte de la población se concentra en las áreas urbanas. El 16 % de la población, siete millones y medio de personas, habita el 84 % del territorio, es el mundo rural; mientras que el 84 % de la población habita el 16 % de los municipios urbanos de España, esto son 40 millones de personas (AgrInfo nº 31. Demografía de la Población Rural en 2020). Se consideran municipios urbanos aquellos que tienen más de 30.000 habitantes y más de 100 habitantes por km2 conforme a la 45/2007 Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural.

La población urbana desde mitad del siglo XX creció vertiginosamente multiplicando por seis su población, mientras que la rural sólo perdió un 40% de sus habitantes.

La población rural frente a la urbana

Estudios donde se afina más en la diferenciación de los territorios rurales y urbanos se encuentra que en 2018 la población en municipios rurales hasta 10.000 habitantes era de 5,9 millones y en los urbanos de 41,1 millones. En 1950 había 9,8 millones de pobladores rurales y 18,4 millones de urbanos. Definitivamente, lo que ha ocurrido es que mientras que en ese periodo de 68 años la población rural ha perdido 4 millones de habitantes, la población urbana ha ganado 22,7 millones casi 6 veces más de la que salió del campo.

En los municipios con menos de 5.000 habitantes, que comprenden el 78 % de la superficie de España, vive el 9% de la población. Unos 7,5 millones de personas. Una población similar a la que habitaba el mundo rural a finales del siglo XVIII, 8 millones según Tafunell (2006). Esta población rural ascendió hasta los 15 millones en los años 50 del siglo pasado, momento histórico en que la población rural ha sido más numerosa en España.

La ciudad no es autosuficiente

El crecimiento vertiginoso de la población durante el siglo XX puede atribuirse tanto al desarrollo de la higiene y la salud como al crecimiento de los sistemas productivos basados en la disponibilidad de energía barata. Al mismo tiempo la industrialización provocó la movilización de fuerzas productivas del campo a las ciudades induciendo una modificación de la pirámide poblacional. La gente joven emigró en busca de mejores condiciones de vida.

La concentración del poder, la propiedad y la población en las urbes produjo situaciones de injusticia y desposesión de la población rural provocando la expulsión hacia las ciudades. Las ciudades son insostenibles por sí mismas ya que requieren de numerosas fuentes de suministro dando lugar a conflictos por el control de los recursos. El problema agrario en la segunda república, la migración a las ciudades durante el franquismo y todos los hechos históricos precedentes ayudaron a configurar un sistema injusto y despectivo de lo rural y campesino.

El campo, el mundo rural produce nuestra comida

El número de ocupados en el Sistema Agroalimentario (sin incluir pesca) fue de 2.670.556 personas en 2020, lo cual supone el 13,9 % del total de la economía. Hasta mediados del siglo pasado esta población ocupada en la agricultura podría haber alcanzado 7 u 8 millones.

Tres cuartas partes de los alimentos consumidos en España son producidos dentro de nuestras fronteras, alcanzando las frutas el 95 %, las verduras y hortalizas el 90 %, los lácteos el 81 % y la carne el 77 %.

El sistema agroalimentario español representa el 10,6 % de valor económico y un 13,9 % del empleo. Ocupaba en 2019 a 2,7 millones de personas.

¿Cómo es posible que habiendo menos personas trabajando en agricultura se produzcan alimentos para una población creciente?

Fue la mecanización del campo, la mecanización basada en la barata y abundante fuente de energía del petróleo. Estos sistemas productivos tuvieron un acelerado crecimiento durante el siglo XX y hasta la actualidad. La intensificación de la producción agraria significó la reducción de la mano de obra. El incremento de la producción redujo también los precios de los productos agrarios. Sin embargo, la agricultura basada en el petróleo barato ha provocado costosos daños.  El sistema agroalimentario es uno de los principales responsables del cambio climático, de la erosión del suelo y de la pérdida de biodiversidad. El sistema que hoy alimenta a una población creciente en el mundo da muestras de debilidad y muchas personas y organizaciones han entendido que necesitamos otra forma de producir alimentos.

¿Es posible un sistema agroalimentario cuidadoso de las personas y del planeta?

Exploramos en estas páginas el estado del conocimiento y las múltiples experiencias que están demostrando que es posible una forma de organizar la cadena de suministro de alimentos de forma justa. Un aspecto muy importante es cómo la población urbana dependiente del suministro recibe y elige alimentos buenos, pero otro aspecto es como estos alimentos pueden producirse de forma justa y limpia evitando prácticas destructivas y tóxicas para los ecosistemas y las personas. Bueno, justo y limpio es el lema de uno de los primeros movimientos en favor de una nueva forma de entender la alimentación más allá del productivismo: Slowfood.

¿Qué tal si nos proponemos una forma de aprovisionamiento buena, justa y limpia basada en el cuidado mutuo?

Elegir los alimentos con conocimiento y satisfacción

La elección, las preferencias de ciertos alimentos, las comidas más ricas, la gastronomía… El desarrollo del gusto y de la comida cotidiana es un complejo proceso social y cultural. Interactúan lo que brinda la naturaleza con la capacidad de las economías domésticas en cada lugar.  Sin embargo, este afinado sistema ancestral para proveerse del alimento se ha difuminado extraordinariamente con la industrialización y globalización de la alimentación. Preguntas como ¿Quién lo produjo? ¿Dónde? ¿Cómo? han perdido su sentido en un mercado anónimo globalizado. Ya no sabemos de dónde proceden nuestros alimentos.  Se han desconectado los lugares y modelos productivos de los consumidores finales. El modelo agroalimentario resultante es perjudicial para el medio ambiente y para la salud de las personas. 

El camino que conecta las necesidades del mundo rural con el urbano debe ser un gratificante proceso ecograstronómico.  Una buena comida proporciona la satisfacción de contribuir a la transición hacia una vida buena para las generaciones presentes y las que vendrán.

Texto e imágenes: José Vicente de Lucio
Departamento Ciencias de la Vida, Universidad de Alcalá

Referencias citadas

Tafunell, X. (2005). Urbanización y vivienda. In A. Carreras & X. Tafunell (Eds.), Estadísticas históricas de España. Cd (pp. 456–499). Fundación BBVA.

Contribución del Sistema Agroalimentario a la Economía Española. 2020 (Análisis y Prospectiva – Serie AgrInfo, 34). (2022). Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Demografía de la población rural en 2020 (Análisis y Prospectiva – Serie AgrInfo, 31). (2021). Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Gutiérrez, E., Moral-Benito, E., & Ramos, R. (2020). Tendencias recientes de la población en las áreas rurales y urbanas de España (2027; Documentos Ocasionales). Banco de España. 

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