Cómo exprimir un calentador

29/08/2024

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El calentador de agua de gas butano, pequeño y fácil de instalar, revolucionó la vida doméstica a partir de 1960 aproximadamente. Hasta entonces, conseguir agua caliente para la limpieza era tarea muy ardua, que se conseguía a base de poner cazuelas al fuego. Algunas cocinas económicas (de leña o carbón) tenían una especie de depósito de agua caliente incorporado.

Con el calentador no había más que pulsar un botón y listo: “agua caliente al instante”. Los termos eléctricos ya existían desde antiguo, pero eran de uso limitado por el gran costo de la energía. Poco a poco, la electricidad y sobre todo el gas natural fue sustituyendo al butano, y los calentadores se hicieron cada vez más grandes.

El calentador de agua se necesita principalmente para una sola cosa: la ducha caliente. Hace muchos años que el baño de bañera, relajante y suntuoso, se sustituyó por la ducha, un invento diseñado para facilitar la limpieza de muchas personas en poco tiempo en cárceles y cuarteles. Pero eso es otra historia.

Algunas personas que no usan lavavajillas prefieren fregar con agua caliente, pero eso es un derroche inútil de energía excepto en algún día muy frío del invierno, o cuando se trata de algún cacharro muy reticente a la limpieza. Para todo lo demás no hace ninguna falta. El agua fresca, o mejor fría, es lo mejor para el resto de los usos vitales. No usar o usar poco el agua caliente en el fregadero permite grandes ahorros de energía, pero hay más maneras de exprimir un calentador.

Por ejemplo, podemos mantener apagado el termo eléctrico hasta que lo necesitemos. Un aparato pequeño tarda unos pocos minutos en llegar a la temperatura adecuada. En un hogar electrificado al 100% (incluyendo calefacción) un termo de agua caliente pequeño (equivalente a unos 10-15 litros por persona) y que se pueda apagar mediante un interruptor, en comparación con un termo grande (de 40-50 litros por persona) y no apagable, permite ahorrar un 10-15% del consumo eléctrico. Esta cifra puede llegar al 50% si el hogar es todo eléctrico, salvo la calefacción.

Los calentadores de gas habituales se pueden usar con temperaturas más bajas de las que se usan habitualmente. El agua a la temperatura elegida se debe utilizar directamente, sin mezclarla con agua fría. El ahorro de la factura de energía también se notará, aunque algo menos que en el caso del termo eléctrico.

Otras situaciones bastante frecuentes (agua caliente central en un edificio, o una caldera individual que proporciona a la vez calefacción y agua caliente) no permiten este control supereconomizador del calentador, pero una pauta de uso prudente del agua caliente también se notará en los recibos finales de energía.

Hay otra manera de disfrutar del agua caliente con un gasto mínimo de energía. En edificios con tuberías expuestas al sol, en verano, el agua sale caliente de los grifos, lo que resulta bastante molesto si queremos beber un vaso de agua fría. Hay que dejar correr el agua un rato para que vuelva a salir fresca (y estamos en sequía). Es una demostración de la manera más fácil de aprovechar la energía del sol, el útil y sencillo colector de agua caliente solar.

Los nuevos estándares de calidad de la edificación exigen un cierto aporte mínimo solar (o renovable en general) para las instalaciones de agua caliente, pero un colector solar sencillo se puede instalar en cualquier parte, y sustituye hasta un 60% de la energía de pago necesaria (eléctrica o de combustible) por solar y gratuita, lo que deja las facturas del agua caliente por los suelos.

La termosolar para el agua caliente es mucho mejor que la fotovoltaica en términos de coste-eficiencia. Los paneles fotovoltaicos son fundamentales para producir electricidad sostenible, pero los paneles solares térmicos producen agua caliente de manera sencilla, directa y muy barata.

El gasto en agua caliente es importante en los hogares (un 19% del total del consumo de energía, el año 2020), pero es un gasto que se puede echar abajo con gran facilidad, mayor que la que supone reducir cualquier otro consumo energético doméstico.

En el mejor de los casos, es factible ahorrar la mitad de la factura eléctrica cambiando un gran e irregulable termo eléctrico por uno pequeño, regulable y apagable. En cualquier caso, ahorrar una buena cantidad de energía y algo de dinero es muy factible haciendo un buen uso del aparato doméstico que más ha hecho por la comodidad del ser humano, después del televisor y puede que la lavadora (y el frigorífico, claro).

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