La economía circular empieza por uno mismo
18/09/2019
Tiempo de lectura: 6 minutos
La clásica expresión que oímos en los museos atestados de turistas, “¡circulen, por favor!”, ha cobrado un nuevo sentido en los últimos años.
Resulta que la economía se ha salido de madre, al convertirse en una máquina de producir desechos, que se envían a la atmósfera, al agua o al suelo por millones de toneladas.
Es la llamada casi peyorativamente “economía lineal”, que consiste en que compremos a un elevado precio un poco de agua envasada en una botella de plástico, que beberemos de un trago y tiraremos, con suerte, a una papelera. Tiempo total de uso del objeto botella: treinta segundos.
El tiempo total de uso del objeto camiseta low cost es un poco mayor, pero el principio es el mismo: comprar, usar tres o cuatro veces veces y tirar, produciendo un residuo de fibras de algodón y poliéster muy difícil de reciclar.
¿Qué hacemos ahora? Pues enviar este residuo a un vertedero, donde se convertirá poco a poco en la capa de basura putrefacta que caracteriza nuestra era geológica, el Antropoceno. Es un regalo que dejamos a los arqueólogos del futuro.
La economía circular suena bien, es un concepto redondo. En el ejemplo de más arriba, podríamos beber el agua en un vaso que luego se lava y listo. O podríamos beber de una botella rellenable que luego reutilizaríamos cientos de veces (mejor que no sea de plástico, entonces). O podríamos depositar la botella vacía en un contenedor especial que nos devuelve cincuenta céntimos. Hay muchas soluciones.
¿Cómo podemos aplicar la economía circular en nuestra vida cotidiana? Tenemos muchas opciones, aquí vamos a ver algunas de ellas que nos permitirán ahorrar dinero, mejorar nuestra salud y de paso, en tercer lugar, salvar el Planeta.
Por la mañana temprano
Llena un cubo con el agua de la ducha que cae sin utilidad hasta que sale caliente. Ese cubo lo puedes usar para regar las plantas a coste cero de agua potable. ¿Cómo que no tienes plantas? Pues empieza con un par de tiestos, no seas gumia. Incluso puedes cultivar unos pimientos o plantas aromática. Eso es economía circular de la buena: un circuito de producción y consumo de alimentos completamente autónomo.
Para iniciados: se puede hacer jabón con el aceite usado, tomando las debidas precauciones. Es un buen ejemplo de reciclaje casero.
En el desayuno
Deja de comprar pan de molde blandiblub y desayuna pan de verdad. Si se pone duro, se tuesta un poco y listo. Conseguirás un desayuno mucho más circular, menos lejano (el pan fresco suele venir de una tahona cercana, el pan de molde de una fábrica a muchos kilómetros de distancia) y con menos residuos (en lugar de bolsas de plástico, una de papel a lo sumo). Y de paso aprovechas el pan del día anterior.
De camino al trabajo
Un coche humeante con solo un ocupante (el conductor) no es una opción. Uno de los principios de la economía circular es evitar el derroche de materiales y la emisión de residuos, que es justamente lo que ocurre cuando eres el conductor solitario de un coche grande.
La alternativa circular es usar el mismo coche muchas veces (como ocurre con los coches compartidos) o al menos llenarlo de pasajeros la única vez que lo utilices. Mucho mejor todavía: el transporte público (que es un coche compartido a lo grande) o usar la bicicleta, que implica transporte de emisión cero. O lo mejor de lo mejor: caminar, cuando tú eres tu propio vehículo.
En la cocina
Cocinar es un nudo fundamental de la economía circular. En la cocina podemos obtener el mayor partido a los alimentos, transformarlos a nuestro gusto, volver a cocinarlos para hacer otro plato y aprovecharlos al cien por cien.
Más en concreto, ejemplos de economía circular en la cocina hay muchos: elaborar recetas con alimentos a puntos de caducar (por ejemplo una tarta de fresas con fresas demasiado maduras para comerlas como fruta), practicar la cocina de las sobras (hay miles de ejemplos en el recetario tradicional) o simplemente gestionar con tino los alimentos y congelar las porciones que no vayamos a consumir inmediatamente. Es decir, planificar tu comida, aprender algunas nuevas recetas y evitar el desperdicio de alimentos.
En el mercado
El mercado está lleno de oportunidades para practicar la economía circular. Para empezar, busca alimentos de temporada: frutas y verduras, pero también pescados.
Sigue indagando por los alimentos producidos lo más cerca posible de tu domicilio, los llamados alimentos de proximidad. Estos dos tipos de alimentos cumplen un gran principio de la economía circular, que prefiere circuitos cortos y breves de producción y consumo: en lugar de cultivar, cosechar y guardar muchos meses en una cámara frigorífica, de donde se enviarán a mercados situados a miles de kilómetros de distancia, es mejor cultivar, cosechar y enviar directamente al mercado más próximo.
Otras maneras de hacerte circular en el mercado es comprar a granel (evitas muchos envases inútiles), aprovechar las ofertas de última hora (reduces el desperdicio de comida, que es la cosa más anti-circular que existe) y comprar con frecuencia alimentos frescos, en vez de llenar hasta los topes el carro dos veces al año con comida congelada.
Si lo que compras está envasado, es buena idea preferir el vidrio o el metal al plástico: las latas, las botellas y los frascos tiene circuitos de reciclaje fuertes y consolidados, el plástico está todavía muy lejos de esa situación.
En la tienda
Puede que estés en una tienda inmensa llena de ofertas tentadoras a buen precio (en apariencia) de cosas que no necesitas. Con no comprarlas, listo, este es un ejemplo de cómo practicar la economía circular simplemente no haciendo nada. Si compras algo, procura que sea duradero y fácil de reparar. Un punto a favor sería que esté fabricado con material reciclado.
En general, es mejor obtener servicios que comprar productos. Por ejemplo, alquilar una taladradora en vez de comprarte una: ¿cuántas veces al año necesitarás utilizarla? Esto se puede aplicar a lavadoras, coches y muchos otros objetos.
Un truco de circularidad consiste en ir más a los mercadillos y menos a los mercadazos (es decir, los centros comerciales). Los mercadillos rebosan de cosas interesantes reutilizadas, reparadas y recicladas.
En casa, viendo la tele
Conservar la energía en su sitio, evitando que escape sin utilidad, es uno de los principios de la economía circular. Para ello, existen toda clase de trucos y sistemas, desde los termostatos en los radiadores a las calderas de condensación, que “reciclan” la energía para mantener la temperatura con menos gasto de combustible.
Para desarrollar nuestras habilidades, curiosidad y, quién sabe, si incluso profesiones: reparar objetos y aparatos es la actividad circular por excelencia. Actualmente está mal vista, y los fabricantes no facilitan las cosas, pero todavía hay infinidad de cosas que se pueden arreglar en vez de tirarlas a la basura.
Publicado originalmente en el blog Ciudadano autosuficiente, del Diario Público.
Fotografía: West Park, Wolverhampton, Reino Unido. Realizada por Josh Power en Unsplash.