Libérate del plástico
18/04/2018
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A finales de febrero apareció varado en las costas murcianas el cuerpo de un espécimen joven de cachalote. Esta misma semana se ha confirmado que la causa de su muerte no es otra que la ingesta de plástico, en su estómago encontraron 29 kilos de restos plásticos como bolsas, redes y hasta un bidón. Esto no es ni nuevo ni raro, ya el año pasado ocurrió lo mismo en las costas de Noruega, donde murió un ballenato de Cuvier debido a que en su estómago tenía acumuladas 30 bolsas de plástico. Estas muertes nos demuestran la grave situación en la que se encuentran nuestros mares y océanos por culpa de nuestro uso desenfrenado del plástico.
Se estima que desde 1950 a 2015 los humanos hemos producido 7.800 megatoneladas de plásticos. Alrededor del 60% no se han reciclado o destruido mediante incineración y se acumulan en vertederos o en el entorno natural. Teniendo en cuenta que una simple botella de plástico puede llegar a tardar más de 500 años en descomponerse, más o menos el tiempo que hace que murió Fernando el Católico, y que restos de una bolsa que fuera fabricada el año en que el hombre pisó la luna siguen rondando por ahí, no nos equivocamos si decimos que la Tierra es un planeta de plástico. Los mayores afectados son los mares y océanos que según datos de la ONU acumulan unas 150 millones de toneladas de plásticos, la mayor parte en el fondo marino y solo un 15% en la superficie, por lo que las famosas islas de basura son solo la punta del iceberg.
El problema de los plásticos que utilizamos es que no son degradados por organismos que se los comen, sino que se van destruyendo poco a poco por la acción de la radiación ultravioleta del Sol, que los va partiendo en trozos más pequeños mediante un proceso llamado fotodegradación. Estos trozos y el plástico sin degradar terminan normalmente en los mares y océanos por la acción de arrastre de la lluvia o por el vertido directo, donde bien causan enredos, asfixia o desnutrición al ser confundidos con medusas, calamares, etc –como le pasó al cetáceo encontrado en Murcia–, o bien son degradados en cachos aún más pequeños (microplásticos) por la acción del oleaje y luego son consumidos por el krill y pequeños crustáceos. Esto último es tremendamente grave ya que estos animales son la base de la cadena alimentaria, y si mueren en gran cantidad al consumir los microplásticos o por los químicos que desprenden, se ponen en riesgo las demás especies. Además si no mueren y lo transmiten a lo largo de la cadena alimenticia los plásticos y químicos se van acumulando hasta el consumidor final, nosotros.
Esta situación no sería tan grave si los plásticos que utilizamos (aproximadamente el 50%) no fueran de usar y tirar. Para que nos hagamos una idea de la magnitud del problema, en la actualidad en todo el mundo se compran un millón de botellas de agua cada minuto y se consumen 500.000 millones de bolsas de plástico cada año.
La buena noticia es que se están llevando a cabo medidas y acciones tanto por parte de entes públicos como por empresas. Medidas como la aplicación de la economía circular o las campañas de residuo 0 por parte de países como Francia o instituciones como la Unión Europea nos acercan a un mundo menos plastificado.
¿Pero qué puede hacer el ciudadano corriente a título personal? Como consumidores podemos negarnos a comprar productos con envases plásticos y optar por otros, por ejemplo botellas de cerveza empaquetadas en cajas de cartón en vez de latas con anillas de plástico y envoltorio plástico exterior.
También podemos optar por cambiar nuestros lugares de consumo y utilizar las cada vez más habituales tiendas a granel donde puedes llevar tus propios envases (bolsas de tela, botes de cristal, etc) y no se utiliza ningún plástico de un solo uso.
En resumen para disminuir nuestro impacto podemos comprar de manera consciente, fijándonos en cómo vienen empaquetados los productos que echamos a la cesta de la compra o llevando nuestros propios envases a tiendas que vendan al peso. También podemos cambiar nuestros hábitos como por ejemplo llevando nuestra propia botella de agua reutilizable, haciendo nuestros propios productos de higiene y limpieza o reutilizando los envases de plástico.
Fotografía: Tienda a granel (Gijón).
Fuentes: