Los plásticos: empresas, gobierno y ciudadanos deben actuar a la vez
15/10/2018
Tiempo de lectura: 4 minutos
Vaya por delante que lo que este artículo busca no es un culpable, sino una solución, a una situación que debe ser enmendada.
Algunos datos curiosos y a su vez alarmantes sobre este material:
- La producción de plástico ha alcanzado las 320 millones de toneladas al año.
- El 90% de los plásticos se producen a partir de energías fósiles y contaminantes.
- En torno a 8 millones de toneladas de basura llegan al año a mares y océanos cada año.
- Con el reciclaje de plásticos se puede ahorrar hasta 2/3 de la energía necesaria para la producción de plástico nuevo.
- El 80% de las 8.300 millones de toneladas de plástico producidas desde 1950 todavía perdura en el medio ambiente.
Estos son simplemente algunos de los datos que derivan de la producción de plásticos en nuestro planeta. Preocupantes, ¿verdad?
Recientemente la plataforma Break Free From Plastic ha publicado un estudio que informa sobre las empresas que más contribuyen a este problema y Coca Cola, Pepsi o Nestlé son algunas de las que se encuentran en lo más alto, ¿y si llevamos el problema más allá? Dados los datos anteriores: ¿y si los ciudadanos en lugar de tirar tales cantidades de basura al medio, reciclásemos? ¿Y si los gobiernos incentivaran o simplemente concienciaran acerca de esta práctica?
El papel de cada una de estas tres partes en este problema es claro. La empresa produce sin compromiso ambiental, el usuario consume y desecha sin responsabilidad y el gobierno no toma cartas en el asunto; ni incentiva, ni advierte, ni conciencia.
Para que que podamos tener una visión más global del asunto, debemos saber que Alemania recicla un 66,1% del total de residuos municipales que genera. La media de la Unión Europea se sitúa en un 45%, mientras que España solo registra un 33,3%.
¿Qué tienen otros países que no tenga España?
Bien es cierto que poco a poco van adoptándose medidas como el cobro de bolsas de plástico, pero qué hay de un sistema de clasificación de residuos más estricto, o de un sistema de envases retornables con el que podamos recuperar unos céntimos reciclando. Parece que la respuesta es clara: nos falta responsabilidad y compromiso y nos sobra comodidad.
Países como Alemania, que registran el doble de reciclaje que España, disponen de un sistema de reciclaje mucho más complejo, que supone la disponibilidad de un número mayor de contenedores con el fin de obtener una mayor clasificación de sus residuos. Italia, por ejemplo, ha intensificado sus multas a aquellos que no reciclan. Además Noruega o Alemania incluyen en muchos establecimientos un sistema de envases retornables, lo que permite a sus ciudadanos recuperar parte del importe que pagan realizando una compra, gracias al reciclaje.
Hace algo más de 30 años que se propuso cerrar el circuito del envase de vidrio, dadas sus condiciones óptimas para llevar a cabo una economía circular, puesto que este proceso no supone ninguna pérdida de sus propiedades originales. En estos momentos dicha propuesta puede darse por conseguida. Según Ecovidrio, gracias al reciclaje de 1 tonelada de vidrio, se ahorran 1,2 toneladas de materias primas vírgenes, así como un 30% de energía y se evita la emisión de 670 kg de CO2.
Por desgracia, con los plásticos no nos encontramos en la misma situación dado que ni el reciclado es tan sencillo, ni el compromiso ha sido el mismo. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿por qué no existen medidas que regulen el circuito del plástico y traten de cerrarlo? Para ello, tratemos de entender un poco más este material.
Los plásticos se dividen en siete grupos en función del tipo de material con el que se realizan. Esta clasificación pretende facilitar su reciclaje, pero de qué sirve si todos ellos se desechan en un solo contenedor. ¿No sería más sostenible una clasificación con menos niveles pero que puedan separarse en contenedores?
Como puede verse, existen muchas lagunas a la hora de poder cerrar el ciclo de los plásticos. Acción que debería llevarse a cabo cuanto antes por el bien de nuestro planeta y que implicaría compromiso por parte de todas las partes.
Los fabricantes, tendrían que racionalizar la fabricación de productos y controlar sus contenidos; la administración, establecer nuevos sistemas de separación selectiva de plásticos y proponer nuevos sistemas de reciclado para los mismos. Por último, nosotros, los ciudadanos, debemos enfrentarnos a una nueva tarea a la que no estamos acostumbrados… ¡todavía!
Daniel de la Morena
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