Necesitas un patinete, pero te han vendido un SUV
23/08/2018
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La Movilidad como Servicio es más barata, más cómoda y menos contaminante que la movilidad basada en el coche en propiedad.
Si nuestra alimentación fuera como nuestra movilidad, tiraríamos a la basura el 90% de la comida que compramos. En realidad tiramos entre un 20 y un 30% de los alimentos, más incluso según algunas fuentes, pero el caso de transporte de personas es bastante más derrochador. En términos de movilidad, utilizamos un vehículo de cien caballos de potencia (115 CV es la media de los coches vendidos en España) y unos 1.200 kilos de peso para mover a una persona de unos 70 kilos de peso medio en distancias de menos de 20 km. ¡Las carrozas reales más ostentosas llevaban como mucho ocho o diez bestias de tiro! Es como utilizar un frigorífico de 200 litros de capacidad para guardar solamente un yogur de los pequeños.
¿Cómo podríamos adelgazar este sobredimensionamiento? Para empezar, está la opción de caminar o usar un vehículo de propulsión humana. En 1979 un avión de este tipo cruzó el Canal de la Mancha. El piloto, un ciclista amateur, desarrolló una potencia media de 0,4 CV durante el viaje, que duró algo menos de tres horas y recorrió casi 40 km. Para distancias de hasta 30 km, la bicicleta es una buena opción, si no la mejor.
Si no queremos o podemos usar nuestra energía corporal, tenemos muchas opciones. El patinete eléctrico, las urbanwheels diversas y otros microvehículos tienen un pequeño motor eléctrico alimentado por baterías, suficiente para recorridos de menos de 10 km a buena velocidad. Con una bicicleta eléctrica podemos hacer hasta 50 km con toda comodidad. Si empleamos scooters u otros vehículos ultraligeros, algunos de ellos con cabina cerrada, podemos superar fácilmente el límite de 100 km. Todos estos vehículos se pueden usar de manera compartida, además.
Hay otra manera de enfocar el derroche de movilidad: el tiempo que usamos el vehículo. El coche medio permanece aparcado entre un 90 y un 95% de su tiempo de uso. Desde este punto de vista, una alternativa a los vehículos ligeros es el vehículo compartido, que puede ser un coche de tamaño convencional, generalmente eléctrico. Se calcula que diez coches en propiedad pueden ser sustituidos por un coche compartido. Eso implicaría reducir en un 90% el ruido, la contaminación, los atascos y los accidentes causados por el tráfico en una ciudad cualquiera.
También podemos ver el derroche de movilidad desde otro punto de vista: el medio ambiente en el que nos movemos, la densidad de transporte público y otras opciones de movilidad disponibles. Si hacemos nuestra vida en una comarca de difíciles carreteras y largas distancias entre poblaciones aisladas, puede que necesitemos un coche, y a poder ser potente. En el extremo opuesto, en los círculos centrales de las grandes ciudades, el coche es un derroche absurdo de movilidad, como se puede apreciar cada vez que vemos un enorme SUV doblando penosamente una esquina de las estrechas calles del casco histórico de una ciudad.
¿Y qué hay del transporte público? El transporte público dominó antes del imperio del coche privado y todo indica que se prepara para vivir una nueva edad de oro. Los últimos datos indican que está recuperando usuarios, tras la reducción de los años centrales de la crisis. También está recuperando algo importante: prestigio, tras décadas de ceder terreno frente al coche. Ya no será la única alternativa, pues tendrá que compartir el espacio con múltiples iniciativas de movilidad, dentro de la idea general de Movilidad como Servicio (Mobility as a Service) que impulsa la Unión Europea. La idea general es sencilla: no poner el carro antes que los bueyes, es decir, usar el coche por defecto para cualquier trayecto, sino usar para cada necesidad de desplazamiento el servicio disponible más adecuado, combinando las muchas opciones que existen de transporte público, compartido y en general adaptado al medio. ¡No es de extrañar que cada vez se hable más del pico del coche (peak car)!