No es una siniestra conspiración mundial, es solo un carril-bici
17/08/2023
Tiempo de lectura: 3 minutos
El cambio climático no existe, es una siniestra conspiración mundial para cercenar nuestras libertades. La idea no tiene ni pies ni cabeza, pero es aceptada por bastantes personas y algunas organizaciones políticas. Complementaria a esta idea absurda es la visión túnel del CO2. Es decir, la idea de que lo único que tenemos que hacer para arreglar el mundo es verter menos CO2 a la atmósfera.
Es la gran coartada de las empresas contaminantes: basta alegar de vez en cuando “hemos reducido la emisión de CO2 en XXX toneladas” para que la empresa más polucionante del mundo continúe su camino contaminador tan tranquila. La visión túnel del CO2 también da alas a ideas estrambóticas como fabricar combustible sintético “neutro en CO2” con un altísimo coste energético, para que puedan seguir rodando los coches de motor térmico.
Los carriles-bici, por supuesto, se justifican y explican porque reducen la emisión de CO2. Una bicicleta no tiene tubo de escape. A las peatonalizaciones les pasa lo mismo, son parte de los planes para “descarbonizar el transporte”. Y así sucesivamente: coches compartidos, autobuses eléctricos, reducción de la velocidad. Si algo reduce la emisión de CO2, y por lo tanto combate el cambio climático, es bueno. Los grandes beneficios directos de un carril-bici (reducir el uso del coche en la ciudad, disminuir el ruido, mejorar el paisaje urbano, facilitar la implantación de una alternativa de transporte más barata, segura y saludable, etc.) se tienen en cuenta de manera secundaria.
Cuando llega un nuevo equipo de gobierno negacionista del cambio climático (!) a un ayuntamiento, lo tiene fácil: fuera carriles bici, peatonalizaciones, buses eléctricos, etc. Es completamente lógico: los carriles-bici dejan de ser una mejora del paisaje urbano y se convierten en parte de una siniestra conspiración mundial que busca cercenar nuestras libertades, con la excusa de luchar contra un inexistente cambio climático.
En todo este asunto el gran olvidado es el medio ambiente de la ciudad. Tradicionalmente, los ayuntamientos y responsables políticos en general han combatido, con más o menos eficacia, los problemas a medida que se iban presentando: niveles inadmisibles de contaminantes en el aire, ruido, aguas putrefactas, ausencia de zonas verdes, siniestralidad, etc. No había una gran causa por detrás (lo que es ahora el cambio climático) que aceptar o negar, sino simplemente, por ejemplo, una concentración media diaria de 75 microgramos de óxidos de nitrógeno en cierto distrito, un problema gordo que había que solucionar.
Ahora los grandes problemas de la contaminación urbana se dan por resueltos, o casi. Por ejemplo, si la concentración media de óxidos de nitrógeno es de 39,99 microgramos al año, inferior al límite legal de 40, ya podemos echar las campanas al vuelo: seguimos respirando aire sucio, pero ahora es perfectamente legal y seguro.
Vale, lo más gordo (en materia de contaminación) parece resuelto, pero ¿no habría que seguir mejorando la ciudad, creando zonas de bajas emisiones, carriles-bici, zonas peatonales y de tráfico pacificado (con velocidad inferior a 20 km/h), re-naturalizaciones, etc.? Los “negacionistas” lo tienen claro: todas estas medidas son parte de la conspiración mundial y deben ser erradicadas.
Así es como muchas personas están viendo amenazadas cosas tan útiles e importantes como una buena red de carriles bici, calles peatonales o paneles solares de autoconsumo. Es una política muy torpe que no facilita la transición hacia una sociedad más sostenible y más a salvo de los riesgos climáticos, y que se ve facilitada, paradójicamente, por la obsesión por el CO2.
Jesús Alonso Millán
Imagen: DALL-E
y carriles para unicirnios por qué no? a la derecha le dan las Los carriles de bici sin sentido creados por qué es lo «guai», que no son la alternatiba a nada, y a lo sumo diren para pasear niños y bakar el colesterol.