Poner a la naturaleza de nuestro lado

12/11/2024

Tiempo de lectura: 5 minutos

La “maquinaria atmosférica” es el prodigioso mecanismo que rige el clima mundial, desde la temperatura media de la Tierra hasta el último chaparrón en el último apartado valle. La maquinaria atmosférica funciona evaporando billones de toneladas de agua de los mares, ríos, lagos y océanos, que ascienden para formar bancos nubosos que, tras un viaje más o menos largo, terminan por devolver toda el agua que contienen a la tierra. A diferencia de la luz del sol, el otro ingrediente básico de la vida, el agua cae del cielo de forma irregular, y en ciertos puntos se acostumbra a alternar la sequía con la inundación. Eso es lo que ocurre en el este de la península Ibérica.

La DANA más destructiva

Un metro cúbico de agua pesa aproximadamente una tonelada. Equivale a una precipitación de 1.000 milímetros (la medida estándar de la altura de lluvia en un tiempo determinado). En Valencia llovió en muchas partes nada menos que 500 milímetros, media tonelada por metro cuadrado de terreno. Eso fue la lluvia acumulada en 24 horas. Pero en Turís se registró un récord de precipitación de casi 186 milímetros en una hora (186 litros por metro cuadrado, el récord de España). Esa cantidad de lluvia equivaldría a llenar un campo de fútbol con casi 2.000 toneladas de agua. En Valencia, una masa de agua de muchos millones de toneladas comenzó a buscar una salida. Una parte de esa masa impactó sobre casas, vehículos y personas con tal violencia que los testigos tuvieron la sensación de estar en medio de un tsunami.

El balance inicial del desastre es de más de 200 muertos, miles de casas arruinadas, cien mil coches destrozados y cuantiosos daños en infraestructuras, como carreteras, tendidos eléctricos o conducciones de agua, así como en agricultura y ganadería, industrias, comercios e infraestructuras, así como grandes pérdidas de suelo. Los primeros estudios de atribución disponibles indican que la magnitud de la DANA se incrementó significativamente con respecto a los fenómenos similares (gotas frías) registrados en el pasado reciente, debido a la temperatura cada vez más elevada del agua del Mediterráneo. El mar más caliente evapora más agua, la que volverá a caer sobre los campos en forma de precipitación.

¿Qué podemos hacer frente a una DANA?

El desastre es de tal magnitud que a cualquiera se le cae el alma a los pies. La sensación de impotencia es grande. ¿No hay nada que podamos hacer? La verdad es que sí, hay muchas cosas que podemos hacer. La primera idea que nos viene a la mente es construir grandes diques y barreras para parar los pies al agua desbocada y canalizarla de manera inofensiva hacia el mar. Es lo que se hizo con el cauce del Turia a su paso por Valencia, que se apartó de la ciudad mediante un canal artificial de doce kilómetros, después de la gran riada de 1957. Esto puede funcionar hasta cierto punto, pero hay soluciones más seguras y resistentes, y no están basadas solo en el hormigón.

La primera y más lógica es apartar las edificaciones de los cauces de los ríos, de las zonas inundables, y esto se puede hacer en algunos casos. Pero no es de esperar una gran migración ladera arriba de los cientos de miles de edificios construidos demasiado cerca de los cauces. Lo que preconizan los expertos es responder a la fuerza de la naturaleza con sus propias armas. Técnicamente se llaman SbN (soluciones basadas en la naturaleza).

Dominar la naturaleza obedeciéndola

Si volcamos un cubo de agua sobre una tabla lisa inclinada, el líquido adquiere velocidad y llega con mucha fuerza al final. Si la superficie es irregular y absorbente, el agua circulará hacia abajo a poca velocidad, entreteniéndose mucho por el camino, y llegará al final sin ninguna violencia.

Este sistema se ha puesto en marcha en muchos sitios, y recibe diversos nombres: ciudades esponjas, parques inundables, diseño urbano sensible al agua, drenaje urbano sostenible, etc. Se puede hacer utilizando solamente elementos naturales, espacios con vegetación, o combinados con superficies artificiales en forma de rejilla o panel de abejas, o con elementos de ingeniería (estanques de tormentas, por ejemplo). El resultado final debe ser una superficie llena de distracciones (para el agua) que impida que las precipitaciones se acumulen, se canalicen, adquieran fuerza y causen destrozos.

No es una idea nueva. Repoblar las laderas de las cuencas, para sujetar el agua de lluvia, es algo que se lleva haciendo desde hace siglos, y funciona (una buena noticia es que en Europa la extensión de bosques ha aumentado, y mucho, desde el año 1900, como se ve en este mapa interactivo). Existen muchas técnicas que funcionan para reducir el daño en catástrofes como la DANA de Valencia, y también muchas maneras de implicar a la ciudadanía en su implementación. Este documento de la Fundación Nueva Cultura del Agua contiene información muy interesante al respecto. Es necesario comunicar y debatir en la sociedad sobre cómo prevenir los desastres naturales… poniendo la naturaleza de nuestro lado.

Web de Cruz Roja y ayuda a los afectados por inundaciones de la DANA.

Fotografía: Inundación de Catarroja, 30 de octubre de de 2024. Manuel Pérez García and Estefania Monerri Mínguez (Wikimedia Commons).

Artículos relacionados

Dejar un comentario:

Recibe información periódica sobre nuestros proyectos