¿Para qué sirve medir nuestra huella ecológica?
DESCRIPCIÓN
Tu huella ecológica es la porción del planeta Tierra que necesitas para vivir.
Es decir, el espacio que ocupa tu casa y el que ocupan los campos de cultivo y los pastos donde se crían los alimentos que comes, el trozo de embalse donde se almacena el agua que bebes, la extensión de bosque necesaria para absorber el CO2 que sale por la chimenea de tu caldera de calefacción, etc.
¿PARA QUÉ SIRVE MEDIR TU HUELLA ECOLÓGICA?
En unos cuantos clics, Smartphone en mano, obtendremos una completo perfil de nuestro impacto sobre el planeta y algunas recomendaciones para reducirlo. También averiguaremos si somos personas de uno, dos, tres… o más planetas. Si nuestra huella fuera de un solo planeta Tierra, sabremos que nuestro estilo de vida se podría generalizar a toda la humanidad a largo plazo –es decir, que es sostenible.
Ahora mismo, la huella ecológica media de un ciudadano español es de unas seis hectáreas (era de casi siete en 2005, pero parece que ha bajado desde entonces por la crisis). Eso quiere decir que necesitamos cuatro o cinco países de la extensión del nuestro para alimentarnos y vivir, es decir, para contener nuestra huella ecológica total (la extensión superficial de España es de unos 50 millones de hectáreas, y somos unos 46 millones de habitantes). Y a escala planetaria ocurre algo parecido: necesitamos una Tierra y media para dar sustento a los 7.000 millones de humanos que la pueblan… y solo tenemos una.
Según la última encuesta del CIS, la preocupación por la huella ecológica es minúscula entre los españoles. En realidad, el CIS ni siquiera hace la pregunta correspondiente. Tampoco se oyen en los bares conversaciones acerca de los respectivos tamaños de huella ecológica de los contertulios, o de las medidas que están tomando para reducirla. No obstante, muchos de los “problemas principales que existen actualmente en España”, en la terminología del CIS, están muy relacionados con el tamaño de nuestra huella ecológica. Por ejemplo, la sanidad, la vivienda, los problemas económicos, la subida de los precios de la energía y por supuesto la contaminación y los problemas ambientales. El paro, la corrupción, la inseguridad ciudadana y la política en general también están relacionadas con la huella ecológica, aunque la conexión sea menos evidente.
Las cadenas de causa y efecto son muy evidentes en el asunto del abastecimiento de agua y la sequía, que en nuestro país son cuestiones políticas de gran calado. Cuando se implantan restricciones de consumo de agua en los hogares, los poderes público están limitando el tamaño de nuestra huella ecológica a la fuerza, en este caso la llamada huella hídrica. Desde la gran sequía de 1995 la huella hídrica en España se ha reducido significativamente, principalmente gracias a procedimientos de riego más eficientes en la agricultura, pero también con mejoras en el equipamiento doméstico de inodoros, lavabos, duchas y fregaderos. Reducir nuestra huella de agua ha sido la única manera de garantizar que podremos seguir disponiendo de agua en cantidad suficiente en las próximas décadas. Quien dice agua dice energía, alimentos u otros recursos.
Disponer de una herramienta que nos permita calcular la huella ecológica de los hogares puede tener importancia, por lo tanto. El tamaño y forma de la huella ecológica resultante facilita el diagnóstico y, por lo tanto, las acciones para reducirla. La consecuencia debería ser, como en el caso del agua, un país más sostenible, más capaz de dar una buena vida a sus ciudadanos durante las próximas décadas. Una difusión general de este tipo de encuestas y un tratamiento adecuado de los datos permitiría elaborar diferentes perfiles de huella ecológica, desde los asociados con una situación de penuria –como la que manifiesta la pobreza energética– a los “ciudadanos de cinco planetas o más”, que manifiestan una pauta de consumo de recursos completamente disparatada y sobredimensionada.
Si se comienza a plantear un impuesto a la huella ecológica, una especie de Eco-IRPF, disponer de estas herramientas multiplicará su interés. Así como para los programas de adecuación de huella que se puedan poner en marcha, desde el de reducción de la huella hídrica al de fomento del vehículo eléctrico ligero (del que ya hay una experiencia piloto en Málaga). La huella ecológica del transporte es un buen ejemplo de cómo podría funcionar un programa de adecuación de este tipo. En este caso nos encontramos con un sector de población que se mueve en grandes vehículos de motor de explosión y otro sector que utiliza el transporte público. Trasvasar recursos del primer sector al segundo permitirá reducir la huella ecológica general y reequilibrar la distribución de la movilidad. También permitirá encajar en un sistema general de transporte sostenible el sector intermedio de vehículos compartidos. Establecer dimensiones, modalidades y tipologías de la huella ecológica en los 18 millones de hogares que existen en España es una tarea acuciante si queremos vivir en un país viable –dentro de un mundo que camine hacia la sostenibilidad.
Se tú el siguiente en completar la encuesta interactiva. ¡Calcula el tamaño de tu huella ecológica… ¡y aprende cómo hacerla más pequeña! Haz clic aquí.