Aunque no lo parezca los alimentos que consumimos y cómo los consumimos tienen una enorme influencia sobre la salud del planeta: deforestación por aumentar las áreas de cultivo, contaminación de las aguas provocadas por un uso excesivo de fertilizantes, aumento de las emisiones por el transporte de alimentos desde lugares lejanos… ¿Cómo podemos comer sin devorar nuestro planeta?

La mejor manera es llevando una dieta sostenible, pero ¿qué hace que una dieta sea sostenible? Se podría resumir en: que tenga una huella ecológica baja y asumible, basada en ingredientes locales, de temporada y ecológicos. En definitiva, una forma de cocinar que genere el menor impacto negativo posible en nuestro planeta.