¿Se avecina la gran desplastificación?

17/03/2025

Tiempo de lectura: 5 minutos

Después del agujero de ozono, después del cambio climático: ¿ha llegado el turno del plástico?

La pesada maquinaria de los tratados ambientales internacionales se pone en marcha

En noviembre de 2024 se celebró en Busan (Corea del Sur) la gran conferencia mundial para parar los pies a la proliferación de basura plástica, oficialmente la quinta reunión del Comité Intergubernamental de Negociación para elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos. La reunión terminó sin un acuerdo claro, las partes se comprometieron a seguir negociando.

Como se puede ver, el asunto es importante. Hay grandes intereses en juego. Y las cifras de la contaminación plástica son apabullantes: se trata de decenas de millones de toneladas de residuos de todos los tamaños y composición muy diversa, algunos de ellos potencialmente peligrosos, dispersos por cada rincón del planeta.

De nuevo la humanidad planetaria se enfrenta a una amenaza global, y de nuevo surgen infinidad de palos en las ruedas que nos podrían llevar a una solución sostenible. Es muy probable que surjan incluso negacionistas plásticos, incapaces de ver un problema por ninguna parte en el asunto de la dispersión indeseada de plásticos y microplásticos. Es verdad que, a diferencia del más inasible cambio climático, los fragmentos plásticos se pueden medir, pesar y fotografiar, cuando se los encuentra en lugares donde no deberían estar, como las arterias de una persona o las tripas de un pez.

La cumbre de Busan puso de manifiesto dos posturas difíciles de conciliar: la de cortar (o al menos frenar) la producción de plásticos y la de simplemente mejorar la gestión de sus residuos.

¿Es posible detener la producción de plásticos?

Hay plástico por todas partes. Estemos donde estemos, es muy posible que tengamos delante docenas de objetos de plástico. Haz la prueba, seguro que cuentas varios en menos de un minuto.

En un 99%, el plástico es una parte de la industria petroquímica, y parece ser que las petroleras –que ven señales de recorte de su negocio de combustibles–, piensan en la petroquímica como una especie de tabla de salvación. La industria de los plásticos es enorme y desde luego no va a ser fácil de reducir.

“Sin plástico, el mundo se detiene”. Un argumento para no tocar su producción es que el plástico es más beneficioso que dañino (piénsese en la infinidad de desechables plásticos en farmacia y hospitales). El problema es que la balanza de daño/beneficio se está inclinando hacia la primera posición. Además del problema de la dispersión de residuos plásticos, crece la evidencia de que muchos plásticos contienen compuestos nocivos.

Hay muchas sustancias preocupantes (millares) integradas en los plásticos de uso corriente. El caso del bisfenol y las PFAS es significativo. Tras una larguísima evaluación técnica de daños potenciales, la dosis “segura” de esta sustancia (la que se puede ingerir diariamente durante toda la vida sin causar daños) se redujo en 2024 en más de 100.000 veces con respecto a la dosis considerada segura en 2006.

Otro argumento clásico de la industria es que los plásticos son menos del 1% del total de los residuos, lo cual es verdad si nos referimos a su masa total, incluyendo los de construcción. El porcentaje plástico contabilizado de los residuos urbanos es mucho mayor, y gran parte del plástico está sin contabilizar en la gran masa de residuos mezclados.

También se manejan fantasías de plásticos que se disuelven en el agua o el aire como si nunca hubieran existido. El sueño de materiales plásticos desechables que se autodestruyen no funciona, por ahora.

El problema está en el usar y tirar

La cuestión principal está en los objetos de plástico desechable, los envases principalmente. Los envasadores están muy cómodos con el sistema actual de distribución de bebidas y otros productos en plástico desechable. La industria no está por la labor de abandonar la fabricación de los billones de botellas y recipientes de plástico que produce anualmente.

Un argumento clásico de la industria es que la dispersión indeseada de residuos plásticos es un mero problema de incivismo. «La culpa es de la gente que tira plásticos al campo, no de los fabricantes.” Muchas iniciativas “de final de tubería”, de recogida de residuos plásticos en playas, el mar o campos, están paliando los daños de la dispersión de plásticos, pero se hace necesaria una acción más radical.

La reciente decisión legal de implantar un sistema de devolución y retorno de envases de plástico desechable no va a ser nada fácil de poner en práctica. “Devolver el casco” es un sistema que desapareció hacia 1980, sustituido por la gran comodidad, a la que se dio mucha publicidad, del “usar y tirar”.

El envase desechable, no obstante, pertenece a una época ya pasada, en que se consideraba lógico, por ejemplo, construir autopistas elevadas en mitad de las ciudades. Un informe de AIREF asegura que la implantación de un SDDR sería bienvenida. Lo cierto es que la botella de plástico de usar y tirar es un absurdo cada vez más evidente.

El problema es que las tasas de recuperación y reciclaje de los plásticos desechables son muy bajas, muy lejos de materiales como el vidrio, el papel y el cartón o los envases metálicos. La solución “gestionar mejor los desechos” no funciona en este caso.

El papel del ecociudadano

Y ¿qué pinta en toda esta historia el ecociudadano? ¿Cuál es nuestro grado de exposición al plástico? Hay ejemplos de ecosistemas domésticos completamente libres de plástico, lo que está muy bien, pero no resulta nada fácil. Una “vida sin plásticos” es casi heroica. Pero hay muchas cosas que podemos hacer. Aquí tienes algunas ideas.

En nuestra encuesta “Avanza hacia el residuo cero” puedes averiguar tu grado de plastificación, viendo el porcentaje que suponen los plásticos sobre el total de los residuos que produces.

Jesús Alonso Millán

Imagen: símbolos diversos en el reverso de una bandeja de poliespán.

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