Sin cetáceos no hay mar

27/02/2025

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¿Qué es el acuerdo ACCOBAMS?

Este acrónimo nos permite acortar el largo nombre de un acuerdo del que España es firmante: el Acuerdo sobre la Conservación de los Cetáceos en el Mar Negro, el Mar Mediterráneo y la Zona Atlántica Contigua. Firmado el 24 de noviembre de 1996, entró en vigor el 1 de junio de 2001.

El objetivo principal de este acuerdo es mantener un estado de conservación favorable para los cetáceos. Para ello se acepta el compromiso de prohibir la captura deliberada y tomar medidas para disminuir las capturas incidentales, crear y mantener (con legislación incluida) zonas protegidas, estudiar e investigar estas especies, etc. Todo ello a través de un espíritu de cooperación internacional y apoyo a países con menos recursos para cumplir los objetivos del acuerdo.

¿Por qué los cetáceos?

A los cetáceos se les puede considerar especie paraguas. Este nombre viene dado porque al proteger a una de estas especies, estás protegiendo también a otras. Por ejemplo, en el caso de depredadores que se encuentran en puestos altos de la cadena alimenticia, para protegerlos hay que garantizar su alimentación. Al alimentarse de otras especies, garantizar su alimentación implica garantizar la vida de otros animales marinos y sus hábitats.

Además, existe una larga e histórica vinculación entre el ser humano y los cetáceos. Ya sea por su inteligencia, por mitos y literatura escrita en torno a ellos o por lo fascinante de ver animales tan grandes, la empatía que tenemos hacia estos mamíferos marinos es mucho más grande que hacia otras especies marinas.

También tienen otra peculiaridad que les diferencia de otras especies: se les considera “rivales” o “competidores” para nuestros intereses de pesca. Esas acepciones son fruto de una narrativa de competitividad propia del sistema económico de los países del Norte global con la que no estamos de acuerdo: los peces son para los humanos. Y no es así, debería haber alimentos para toda vida en el planeta. Pero mientras la industria pesquera esquilma mares y océanos, tacha de rivales a animales que también viven de esos alimentos. Y esta es otra razón para “ir contra ellos”.

Una vez mencionadas las peculiaridades anteriores, podemos empezar a sumar el resto de peligros a los que se enfrentan los cetáceos (y otras especies no cetáceas): contaminación química, contaminación acústica, pesca incidental, colisiones con embarcaciones, ingesta de plásticos, etc.

Buenas prácticas

La contaminación acústica es especialmente dañina para estos animales porque hacen uso del sonido para alimentarse, relacionarse entre ellos o navegar. Esta puede enmascarar señales de alerta que les salve de un peligro, llevarles a la desorientación o provocar daños auditivos. Algunas de las fuentes más notorias son el tráfico marino, el uso del sónar, la prospección petrolera y gasística, la explotación minera, etc.

En la siguiente fotografía se muestra un mapa del tráfico marítimo en la zona del tratado. Se observa como en la gran mayoría de la superficie el nivel es muy elevado. Obviamente, no podemos ignorar que gran parte de esos viajes son para transportar productos necesarios y no se puede eliminar el tráfico marítimo. En cambio, se podría optimizar creando zonas libres de ruidos en zonas importantes para las especies a proteger, o tener un buen entramado de vías de tren para sustituir rutas marítimas, podrían ser unas buenas medidas a llevar a cabo.

Mapa de densidad (número de rutas al año) de transporte marítimo. Fuente: Marine Traffic.

Otra buena práctica podría ser reducir drásticamente el número de viajes recreativos. Especialmente aquellos grandes cruceros que ya han generado muchos problemas en las ciudades donde amarran, o esos yates que priorizan el lujo de unas pocas personas por encima de un patrimonio tan valioso como es el mar.

Pantallazo del tráfico real de barcos de pasajeros y de alta velocidad realizada el 10 de febrero de 2025 a las 10:30 h de la mañana. Fuente: Vesselfinder.

Esta disminución del transporte marítimo reduciría en parte la contaminación acústica y, seguramente, también las colisiones con barcos: menos barcos, menos choques. Pero, dado el elevado número de embarcaciones que hay, solo serían una pequeña parte de la solución. Por eso, en los escritos de la ACCOBAMS se habla mucho de la protección legal. Esta protección legal se puede plantear desde diferentes ángulos:

La primera es la prohibición o la moratoria de la caza. En este caso estaríamos hablando tanto de la caza de cetáceos como de las especies de las que dependen (hay que recordar lo mencionado anteriormente de las especies paraguas).

La segunda sería la creación de espacios protegidos o santuarios. Espacios de vital importancia para que los sociables cetáceos tengan lugares seguros donde reproducirse, crecer, alimentarse, etc. Pero no solo eso, sino rutas de migración. Estas especies se desplazan mucho y debemos garantizar que puedan desplazarse de manera segura. Recientemente el Estado español ha dado un paso en esta dirección ratificando el tratado el tratado de protección de la biodiversidad en aguas internacionales. Regulando las técnicas y métodos de caza para garantizar que no se les capture de manera accidental a la vez que se asegure que habrá alimentos también para ellos.

¿Qué nos queda por hacer?

Desde nuestra perspectiva, lo que queda es implementar de manera real las voluntades presentes en este acuerdo. Además de las prácticas regulatorias mencionadas, ACCOBAMS promueve la sensibilización y la educación a la vez que la investigación y la monitorización de cetáceos en esta región. Es decir, que además de proteger sus ecosistemas y medios de sustento, promueve que conozcamos más a estos animales.

Obviamente, estamos lejos de considerar el mar y los océanos un lugar seguro para ninguna especie. Estamos en la casilla de inicio por lo mucho que hemos descuidado nuestro planeta y sus océanos. Y el mar Mediterráneo y el mar Negro son puntos críticos por sus características diferentes a las de otros mares más abiertos.

Así que debemos demandar a nuestros gobiernos que se tomen en serio estos acuerdos y debemos actuar como consumidores conscientes evitando a las industrias y las prácticas que dañan nuestros mares. Podemos revertir la situación de nuestros mares a través de la empatía hacia otras formas de vida, sin olvidarnos de que protegerlos significa proteger nuestro ecosistema y nuestra salud también.

Darío Montes

Fotografía: Simon Hurry.

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