Tres gráficos que muestran que (al menos en España) está llegando el fin de la adicción al petróleo

11/10/2024

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Estamos acostumbrados a ver el consumo de petróleo en cantidad como algo que ha existido siempre y que nos acompañará durante muchas décadas. En las gráficas de la IEA (Agencia Internacional de la Energía), desde 1990, la curva de consumo de petróleo (mundial) se mantiene firmemente al alza, con una única dentellada coincidente con 2020, el año de la pandemia (también es verdad que su último informe –Renewables 2024– augura un rápido crecimiento de las energías limpias).

Si utilizamos una perspectiva temporal más larga (1950/2050) y los datos para España, vemos un panorama distinto. El consumo de petróleo por habitante y año pasó de 40 kg en 1950 (suficiente apenas para alimentar una lámpara y tal vez un infiernillo) a más 1.600 kg en 2005, justo antes del derrumbe que provocó la crisis financiera. A partir de 2014 (cuando el consumo era de unos 1.100 kg) comenzó una fluctuante recuperación.

Consumo de petróleo en kilos por habitante y año

La tendencia a largo plazo muestra la posibilidad de una disminución rápida del consumo de petróleo que lo dejaría a cero justo antes de 2050, la gran fecha de la «descarbonización». Claro que para despetrolizarnos con eficacia y rapidez habrá que superar un obstáculo importante.

Esta gráfica muestra la razón por la que el consumo de petróleo no desciende con más rapidez. Muestra cómo la «adicción al petróleo» está asociada, cada vez con más claridad, al consumo masivo de gasolinas y gasóleos por parte del enorme parque de vehículos de motor de explosión (más de 25 millones), buena parte del cual está en manos de ciudadanos particulares.

Porcentaje del consumo destinado a automoción del total del consumo de petróleo

El petróleo ya no se usa para producir electricidad, los hogares se pueden despetrolizar con facilidad (por ejemplo sustituyendo calderas de gasoil por bombas de calor, o calentadores de butano por termos eléctricos) y la industria tiene mil maneras de obtener energía que no pasan por el consumo de derivados petrolíferos.

La electrificación del automóvil está resultando ser una tarea muy dificultosa, pero la sustitución lo más rápida posible del parque de coches de motor de explosión por coches eléctricos es fundamental para despetrolizar el país. Sería posible sustituir los coches térmicos por coches eléctricos a razón de un eléctrico por cada diez térmicos (por ejemplo, un coche compartido puede hacer el trabajo de diez coches privados, en medio urbano), pero incluso una sustitución menos radical traería beneficios a la salud planetaria.

Visto en una perspectiva a largo plazo, el crecimiento de las ventas de coches eléctricos es muy rápido, aunque se ha ralentizado en los últimos meses. Pero su implantación parte de un nivel tan bajo que todavía faltan años para que sean una parte significativa del parque de automóviles.

En 2011, apenas alcanzaron el 0,05% del total de coches matriculados. Diez años después suponían el 2,7 % del total de coches matriculados, una multiplicación por 50 aproximadamente. En 2023 fueron el 5%. Hay que tener en cuenta que 2020 y siguiente fueron malos años para las matriculaciones en general, lo que hinchó ligeramente la participación de los eléctricos.

Otra circunstancia a tener en cuenta es que, a diferencia de cómo se produjo la motorización entre 1960 y 1980, en un mercado completamente vacío en el que los compradores adquirieron el primer automóvil de su vida, actualmente el mercado está saturado, con múltiples ofertas dirigidas a compradores para quienes se trata de su tercer o cuarto vehículo en propiedad.

También ocurre que la motorización de 1960-1980 funcionaba con una oferta irresistible: un coche comparado con nada, o con una motocicleta como mucho. Hoy el coche eléctrico está lejos de ser una oferta imposible de rechazar. Se le compara desfavorablemente con el coche de motor térmico en términos de autonomía y facilidad de recarga de energía, y su precio es muy elevado.

Además, los fabricantes generalistas añaden eléctricos a su catálogo pero dejando claro que su objetivo es vender grandes coches de motor de explosión, como mucho híbridos enchufables. En conjunto, el panorama de implantación del coche eléctrico parece incierto, aunque el gráfico permite suponer un crecimiento cada vez más fuerte en los próximos años.

Porcentaje de matriculaciones de coches eléctricos sobre el total

La escala logarítmica sirve para mostrar lo lejos que está el coche eléctrico, en España, de copar una parte significativa de las matriculaciones. No obstante, la progresión de los últimos años muestra una línea de tendencia que permitiría un 50% de matriculaciones hacia 2033 y un 100% hacia 2040. ¿Se cumplirá esta optimista predicción a largo plazo? Está en nuestras manos, las de la ciudadanía, en buena parte.

Jesús Alonso Millán

Imagen: Un cromo de la colección de Gallina Blanca «Oro negro», hacia 1950. Biblioteca Digital Hispánica (Biblioteca Nacional de España).

 

 

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